La
evaluación de los aprendizajes siempre ha sido una preocupación en la formación
tradicional. Esta realidad, también lo es en la formación en línea. Los
distintos actores responsables de velar por la calidad de la evaluación de los
aprendizajes realizan esfuerzos dirigidos hacia el uso de métodos, estrategias
y procedimientos que garanticen la validez y confiabilidad del proceso de
evaluación. Esto no ha sido fácil y menos aún en la formación en línea donde
observamos en muchos casos la aplicación de estrategias propias de la
presencialidad hecho que tiene sus efectos en el producto que se está formando.
La
evaluación es un proceso al cual recurre el docente para detectar el progreso
de sus estudiantes en cuanto a, las competencias adquiridas, logros de los
objetivos de aprendizaje y las debilidades de estos, entre otros, que permitan
realizar ajustes a tiempo y sugerir orientaciones para superarlas. En el
contexto que nos ocupa, el de la formación en línea, se entiende la evaluación
de los aprendizajes como el proceso mediado por las tecnologías, donde el
docente planifica y ejecuta actividades de aprendizaje para la evaluación de
sus estudiantes considerando el contexto donde ocurre el aprendizaje, su
entorno y su mundo, que constituyan experiencias motivantes no solo para
comprometerse y hacerse responsable de su aprendizaje sino también, para, junto
con sus pares y mediante el trabajo colaborativo construir conocimiento para el
logro de las competencias.
En
este sentido, precisemos algunas inquietudes relacionadas con el proceso de
evaluación que nos permitirán comprender mejor la evaluación de competencias o
de los aprendizajes en línea y que constituyen el propósito de este informe. En
primer lugar, es necesario tener claro qué
evaluar. Al respecto nos encontramos que esto va a depender del enfoque que
estemos utilizando. Por ejemplo, en el enfoque conductista, la evaluación que
priva es la evaluación de los resultados. En el enfoque constructivista y
socio-crítico, en el cual ubicamos la formación en línea (nos referiremos a
éste más adelante), el qué evaluar se
refiere al proceso de aprendizaje donde la evaluación formativa juega un rol
significativo. Esta interrogante sobre el qué
evaluarla podemos relacionar con el cuándo
evaluar y concluir que nuestra concepción sobre la evaluación línea es que se
evalúa el proceso en vez de los resultados y, cuándo, durante el desarrollo de éste.
Otra
de las inquietudes es por qué evaluar.
Partimos de que pueden existir diferentes razones, pero, el principal argumento
es porque este proceso nos permite conocer el avance de los estudiantes y en
qué medida estos han logrado los objetivos de aprendizaje. Los resultados que
surjan de la aplicación de los instrumentos de evaluaciones informan sobre el
nivel de logro tienen los estudiantes, cuál es el promedio, en qué medida logró
las competencias, en fin, información relevante para realizar ajustes. Estos
ajustes representan el para qué de la
evaluación. Como producto de la reflexión sobre los resultados alcanzados por
los estudiantes (el por qué) el
docente está en capacidad de identificar las fortalezas y las debilidades de
los estudiantes para proponer acciones que permitan orientar el desempeño y
superar debilidades detectadas.
Para
que el docente pueda detectar las debilidades y el grado de avance de sus
estudiantes requiere del uso de ciertos instrumentos que debe diseñar y validar.
Estos deben estar acordes con el contexto en donde se desarrolla el aprendizaje
y acordes con el diseño curricular, es decir, deben estar en concordancia con
los objetivos y/o competencias que desean desarrollar, lineamientos que
redundarán en su validez. Esta acción responde al cómo evaluar. Al respecto, nos encontramos que para evaluar
contamos con instrumentos tradicionales o con una diversidad de estos.
En
la formación en línea ,y como queda reflejado en el desarrollo posterior de
este informe, el cómo evaluar, apunta
hacia el uso de instrumentos diversificados a través de los cuales se aprecie no
solo las competencias particulares del estudiante sino además la interacción en
línea, el trabajo colaborativo y la construcción de conocimiento.
Finalmente,
precisemos quién evalúa los
aprendizajes. Contrario al enfoque conductista, característico de la formación
tradicional y la educación presencial, donde es el profesor el responsable del proceso
evaluativo, en la formación en línea quien evalúa son los diferentes actores
que están involucrados. Es decir, evalúa tanto el profesor como los pares, en
un proceso formativo y de crecimiento de todos.
Cuando
hablamos de educación en línea nos estamos refiriendo a una alternativa de
educación a distancia mediada por las tecnologías que puede ser semipresencial
(b-learning) o virtual (e-learning). En todo caso y de aquí en adelante, cuando
hablamos de formación en línea nos estamos refiriendo a la modalidad e-learning
y al uso de internet y de las tecnologías de la información y comunicación (TIC)
como medio de aprendizaje con el propósito de formar
recursos humanos que estén involucrados con el cambio y transformación de la
sociedad.
Por supuesto, para
lograr este cometido quienes tienen la responsabilidad de formar en línea
recursos humanos requieren del discernimiento de modelos de aprendizaje para la formación en línea
teniendo claro las diferencias entre
educación presencial –donde el medio de aprendizaje es el docente a
través de la clase magistral- y la educación a distancia –mediado por las TIC-
y que, repetir las estrategias, técnicas y métodos de la presencialidad en la
virtualidad es un grave error. En este sentido, las instituciones que se involucren
en esta modalidad de formación en línea deben tener cuidado en que ella no
significa hacer énfasis en la TIC, como muchos piensan. Hay que tener claro que
las tecnologías, llámese plataformas, LMS (sistemas de gestión de aprendizaje),
aulas virtuales, herramientas de servicios, entre otros, son los recursos de
aprendizaje, la dimensión tecnológica del aprendizaje, pero, hay que hacer
énfasis en otra dimensión, la pedagógica o didáctica y sus elementos como los
son el diseño instruccional, el cómo enseñar y cómo evaluar.
Por tal motivo, los responsables
de gestionar aprendizaje en línea -especialmente los planificadores- deben
prestar atención al currículo que se está implementando en la formación en
línea. Esto, debido a que en muchos caso se observa que la inserción de las TIC
se hace de manera aislada de la dimensión didáctica, resultando currículos
desfasados bajo un enfoque marcadamente tecnológico que dan mucha importancia a
los resultados obviando los aprendizajes adquiridos a lo largo del proceso. Una
visión tecnológica en la cual el profesor es considerado como “desarrollador”
de habilidades y destrezas en los estudiantes y que estos aprendan a manejar la
plataforma, las herramientas de servicios y aplicaciones, pero, descuidando si
realmente se aprendió de acuerdo a los objetivos de aprendizaje o si se
adquirieron los conocimientos esperados sobre los contenidos.
En contraste con esta
visión curricular tecnológica, tenemos otra, la cual compartimos, que es la
perspectiva curricular crítica caracterizada por considerar la dimensión
tecnológica, pero, teniendo claro que las TIC son un medio y haciendo énfasis
en la perspectiva didáctica, de manera que, haciendo uso de la planificación como
recurso se centre en el aprendizaje de los estudiantes.
Esta visión crítica surge
como producto de la conexión teoría-práctica dando significancia al quehacer
diario del estudiante; sus vivencias y logros en el aprendizaje y donde los
estudiantes son agentes activos, responsables de su aprendizaje y auto-reflexivos.
Además, este enfoque asume que debe existir confrontación de las ideas de los
estudiantes con las de sus pares y los docentes; una especie de modelo
fenomenológico que considere al estudiante como responsable de su aprendizaje y
que por lo tanto propicie su autonomía.
Una vez precisado algunos
alcances teóricos sobre la formación en línea y la importancia del enfoque crítico
y constructivista que debe caracterizarlo, bajo la premisa del cuidado de que
debemos tener para que el currículo considere la dimensión pedagógica-didáctica
sobre la dimensión tecnológica, revisemos ahora la evaluación del aprendizaje
en los entornos virtuales.
Dos funciones de la
evaluación de competencias son la evaluación formativa y la evaluación sumativa.
Muchos currículos administrados bajo la modalidad en línea se realizan de
manera tradicional dando importancia a los resultados y por tanto a la
evaluación sumativa en detrimento de la evaluación formativa y orientadora. De
esta manera, se realizan pruebas controladas, tareas escritas y poca diversidad
en las actividades evaluativas
descuidándose la oportunidad de detectar debilidades y corregirlas a través del
trabajo formativo.
En materia de
evaluación de aprendizaje no ha sido fácil dar el paso de la presencialidad a
la virtualidad. Se han arrastrado prácticas de la formación tradicional. Esto
significa que existe la necesidad de superar estos escollos y cambiar los
criterios de evaluación por otros que atiendan a las características de los aprendizajes,
la teoría constructivista, el trabajo colaborativo y el enfoque pedagógico
acorde con los elementos del proceso instruccional, propio de un modelo de
evaluación coherente con la modalidad en línea o e-learning. Esto significa que
el estudiante en los entornos virtuales se debe hacer responsable de su propio
aprendizaje, utilizar recursos distintos a los del profesor, hacer uso de
habilidades del pensamiento de alto nivel, más allá del nivel de conocimiento y
comprensión y asumir actividades de evaluación que involucren métodos, técnicas
y alcances diversos. De la misma manera, para que este modelo sea exitoso es
necesario que ocurra en paralelo un proceso de formación docente que dé
respuesta a las exigencias que deben hacerse para garantizar la calidad de la
formación en los entornos virtuales.
Retomemos la
concepción del aprendizaje en línea, esbozado en los párrafos anteriores, para
precisar algunos elementos de la evaluación de los aprendizajes. Decíamos allí
que considerábamos la formación en línea desde una perspectiva constructivista
y socio-crítica que prevalece sobre perspectiva tecnológica. Por supuesto y de
la misma manera, nos conseguimos estos enfoques en el proceso de evaluación en
línea. Al respecto, encontramos un enfoque tecnológico, propio de
organizaciones no educativas, que da relevancia a las ventajas que ofrecen los
sistemas de gestión de aprendizaje (LMS), el desarrollo de software y
aplicaciones de la web 2.0. El enfoque socioeconómico, característico de
organizaciones económicas que dan prioridad a lo tecnológico, pero, consideran
básicamente la relación costo-beneficio para su implantación. El enfoque
pedagógico, presente en las instituciones educativas, que pondera las
estrategias de aprendizaje, métodos y procedimientos -especificadas en el diseño instruccional- para que se produzca el aprendizaje. El
enfoque psicológico que da importancia a la reflexión sobre las teorías del
aprendizaje que se deben asumir en el diseño de la instrucción. Finalmente y
entre otros tenemos, el enfoque sociocultural una visión construida a partir de
los aportes de diferentes perspectivas,
incluidas las anteriores y que asume constructos que consideran: el contexto
donde se desarrolla el aprendizaje, los recursos de las TIC y el compromiso del
estudiante como responsable de su propio aprendizaje, actitudes que se
consideran propician su autonomía.
En este sentido, apreciamos
que la perspectiva de evaluación de los aprendizajes en la formación en línea debe
ser esta última, basada en un enfoque sociocultural, es decir, integrativa,
pluralista, crítica y contextualizada que considere las posturas referidas en
el párrafo anterior, pero, dejando claro que no se trata de una posición
ecléctica, sino que bajo el criterio de complementariedad, se analiza
críticamente las distintas posturas en un intento por superar la dicotomía hechos-valores,
propia del positivismo, y asume la teoría de la “coherencia” que admite que la
realidad es más rica y compleja por la diversidad de perspectivas y que como resultado
de ello se obtienen un conjunto de premisas.
Ante esta concepción
de evaluación surge una inquietud ¿cómo garantizar la calidad del aprendizaje
obtenido por cada estudiante? ¿es confiable la evaluación de los aprendizajes
en línea? En primer lugar, precisemos que el hecho de que la modalidad de
estudio sea virtual o en línea no significa que la evaluación sea menos
confiable que en la modalidad presencial.
Para ambas
modalidades puede ser cuestionable garantizar la calidad de la evaluación, no
obstante, como lo que nos ocupa es la evaluación de las competencias en los
entornos virtuales, no podemos esconder que actualmente, en este caso, se
cuestiona la validación del proceso de evaluación de los aprendizajes debido,
por un lado, al traslado de las prácticas evaluativas de la presencialidad a la
virtualidad y , por el otro, a los llegada de la internet y los efectos que ha
traído consigo en el ejercicio de la deshonestidad académica y a la amenaza a
que está sometida por parte de los impostores de identidad (esto ocurre
mayormente en ausencia del docente, al menos física) los cuales ponen en
entredicho la acreditación de programas y la eficacia de los procesos
evaluativos.
Ante esta realidad, las
instituciones de educación superior han hecho esfuerzos investigativos para enfrentar la deshonestidad académica, las
conductas no éticas, evitar la suplantación de identidad y la existencia del
ciber-plagio en la comunidad académica. Esta situación ha conducido a concluir
sobre la necesidad de búsqueda de alternativas de soluciones.
Entre otras, se han
propuestos métodos y procedimientos para:
·
Garantizarla identificación de los usuarios
autorizados;
·
Controlar el acceso a los LMS mediante una
tecnología identificativa como las técnicas
de verificación biométricas las cuales puedan garantizar calidad al menos la
realización de exámenes en forma presencial con ordenadores;
·
Poner en práctica de estrategias que impidan
al impostor avanzar, limitándolos en la tarea de hacer trampa, estableciendo
normas que regulen la práctica indebida.
·
Detectar el ciber-plagio a través de instrumentos
tecnológicos, herramientas de servicio (en línea) o software para posteriormente
aplicar medidas preventivas para su regulación.
En fin, estas
acciones o medidas se convierten en iniciativas regulatorias más de carácter
normativo que de formación del estudiante.
No obstante, también como
alternativas de soluciones, se han propuesto acciones de tipo formativo que
sugieren el uso de códigos de ética que deberían ser incorporados a lo largo
del currículo, permeándolo, en la llamada transversalidad curricular, y cuyo
propósito no es más que la incorporación de programas de formación para cultivar valores y
principios éticos en la comunidad académica, sus implicaciones, conflictos,
consecuencias y como asumirlas. En fin, esta alternativa responde más a un enfoque formativo qué normativo, criterio
que compartimos y que pensamos debe ser complementario del enfoque regulatorio
(más utilizado) para apuntar hacia una verdadera evaluación de calidad de los
aprendizajes.
Ahora bien, contextualizando
esta problemática en la educación
superior a distancia en Venezuela encontramos que esta modalidad de estudios en
Venezuela tiene varias orientaciones. Muchas instituciones de educación
superior venezolanas a partir de los años 90 han incursionado en la educación a
distancia, incluso existe una muestra variada de ellas que ofrecen la modalidad
de estudios presenciales y que se incorporan a una modalidad e-learnig o
b-learning; otras son completamente a distancia como es el caso de la
Universidad Nacional Abierta fundada en los años 70.
Algunas instituciones
que se han incorporado a la modalidad a distancia mediada por las tecnologías son:
(a) La Universidad Central de Venezuela la
cual además de ser una institución que ofrece la modalidad presencial ha
incursionado en virtualidad y brinda la oportunidad de cursar por esta
modalidad algunas asignaturas (aproximadamente unas 1200) en línea e incluso está
dictando de manera virtual la carrera Ingeniería de Procesos Industriales; (b) la Universidad Deportiva del Sur (tiene la
opción presencial y semipresencial); (c) la
Universidad Nueva Esparta, la Universidad la Universidad Católica Andrés Bello,
la universidad Rafael Belloso Chacín (URBE), la Universidad Yacambú, la
Universidad Católica Cecilio Acosta y. Recientemente la Universidad Nacional
Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ), desde el año
2009 cuando aprobó un reglamento de estudios a distancia está formando recursos
bajo la modalidad presencial y hasta la fecha ha acreditado a más de 250
profesores como competentes para ejercer la docencia en la modalidad a
distancia a través del Programa de Formación en Entornos Virtuales y está
dictando la carrera de Educación en las menciones. Biología y Química.
Ahora bien
y como lo señalamos en párrafos anteriores, el proceso evaluativo de
competencias en la modalidad a distancia no es fácil. La experiencia vivida en
la UNELLEZ, en cuanto al programa de formación del profesorado (conformado por
tres cursos), nos lleva a señalar que aunque las actividades de aprendizaje son
virtuales-mediadas por las TIC-, se realizan para cada uno de los cursos dos
eventos presenciales. El primero para detectar fortalezas y debilidades en
cuanto a herramientas tecnológicas y
conductas de entrada (constituye una evaluación diagnóstica) y el otro, al
final de cada curso, para cerrar el proceso de aprendizaje en el cual cada participante
demuestra las competencias adquiridas. Además, en el tercer curso, cada
participante diseña un curso virtual en su área de formación (asignatura que
dicta) cuya evaluación se realiza en línea y se corrobora de manera presencial.
Aun cuando
la investigación sobre el proyecto de formación del profesorado en entornos
virtuales de la UNELLEZ es un proyecto en ejecución no se cuentan con los
resultados concluyentes, sin embargo, podemos señalar que el proceso evaluativo
ha sido confiable y válido, muestra de ello es que muchos profesores que fueron
acreditados como multiplicadores del programa están facilitando
satisfactoriamente nuevas cohortes. Al respecto y como producto de la
autoreflexión, consideramos que la institución debe dirigir esfuerzos para
trabajar en la construcción de un reglamento de
evaluación para la educación a distancia en razón de que actualmente se
rige por el reglamento de los alumnos de la modalidad presencial. Además, en el
marco de lo que hemos planteado en este informe, estimamos que para apuntar hacia
la validez y confiabilidad del proceso de evaluación la Universidad debe, por
un lado, accionar hacia un enfoque
regulatorio y normativo de la evaluación y por el otro dirigir esfuerzos hacia
acciones formativas que cultiven valores y conductas éticas deseables coherentes
con el ámbito académico. En este sentido, proponemos que una alternativa para la
formación ética de los actores académicos de la modalidad de estudios a distancia
estaría en el diseño e instrumentación de acciones formativas a lo largo del
currículo; la ética como eje transversal curricular.