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miércoles, 4 de junio de 2014

LA EVALUACIÓN DE LOS APRENDIZAJES EN LA EDUCACIÓN EN LÍNEA (Informe final)

 La evaluación de los aprendizajes siempre ha sido una preocupación en la formación tradicional. Esta realidad, también lo es en la formación en línea. Los distintos actores responsables de velar por la calidad de la evaluación de los aprendizajes realizan esfuerzos dirigidos hacia el uso de métodos, estrategias y procedimientos que garanticen la validez y confiabilidad del proceso de evaluación. Esto no ha sido fácil y menos aún en la formación en línea donde observamos en muchos casos la aplicación de estrategias propias de la presencialidad hecho que tiene sus efectos en el producto que se está formando.
La evaluación es un proceso al cual recurre el docente para detectar el progreso de sus estudiantes en cuanto a, las competencias adquiridas, logros de los objetivos de aprendizaje y las debilidades de estos, entre otros, que permitan realizar ajustes a tiempo y sugerir orientaciones para superarlas. En el contexto que nos ocupa, el de la formación en línea, se entiende la evaluación de los aprendizajes como el proceso mediado por las tecnologías, donde el docente planifica y ejecuta actividades de aprendizaje para la evaluación de sus estudiantes considerando el contexto donde ocurre el aprendizaje, su entorno y su mundo, que constituyan experiencias motivantes no solo para comprometerse y hacerse responsable de su aprendizaje sino también, para, junto con sus pares y mediante el trabajo colaborativo construir conocimiento para el logro de las competencias.
En este sentido, precisemos algunas inquietudes relacionadas con el proceso de evaluación que nos permitirán comprender mejor la evaluación de competencias o de los aprendizajes en línea y que constituyen el propósito de este informe. En primer lugar, es necesario tener claro qué evaluar. Al respecto nos encontramos que esto va a depender del enfoque que estemos utilizando. Por ejemplo, en el enfoque conductista, la evaluación que priva es la evaluación de los resultados. En el enfoque constructivista y socio-crítico, en el cual ubicamos la formación en línea (nos referiremos a éste más adelante), el qué evaluar se refiere al proceso de aprendizaje donde la evaluación formativa juega un rol significativo. Esta interrogante sobre el qué evaluarla podemos relacionar con el cuándo evaluar y concluir que nuestra concepción sobre la evaluación línea es que se evalúa el proceso en vez de los resultados y, cuándo, durante el desarrollo de éste.
Otra de las inquietudes es por qué evaluar. Partimos de que pueden existir diferentes razones, pero, el principal argumento es porque este proceso nos permite conocer el avance de los estudiantes y en qué medida estos han logrado los objetivos de aprendizaje. Los resultados que surjan de la aplicación de los instrumentos de evaluaciones informan sobre el nivel de logro tienen los estudiantes, cuál es el promedio, en qué medida logró las competencias, en fin, información relevante para realizar ajustes. Estos ajustes representan el para qué de la evaluación. Como producto de la reflexión sobre los resultados alcanzados por los estudiantes (el por qué) el docente está en capacidad de identificar las fortalezas y las debilidades de los estudiantes para proponer acciones que permitan orientar el desempeño y superar debilidades detectadas.
Para que el docente pueda detectar las debilidades y el grado de avance de sus estudiantes requiere del uso de ciertos instrumentos que debe diseñar y validar. Estos deben estar acordes con el contexto en donde se desarrolla el aprendizaje y acordes con el diseño curricular, es decir, deben estar en concordancia con los objetivos y/o competencias que desean desarrollar, lineamientos que redundarán en su validez. Esta acción responde al cómo evaluar. Al respecto, nos encontramos que para evaluar contamos con instrumentos tradicionales o con una diversidad de estos.
En la formación en línea ,y como queda reflejado en el desarrollo posterior de este informe, el cómo evaluar, apunta hacia el uso de instrumentos diversificados a través de los cuales se aprecie no solo las competencias particulares del estudiante sino además la interacción en línea, el trabajo colaborativo y la construcción de conocimiento.
Finalmente, precisemos quién evalúa los aprendizajes. Contrario al enfoque conductista, característico de la formación tradicional y la educación presencial, donde es el profesor el responsable del proceso evaluativo, en la formación en línea quien evalúa son los diferentes actores que están involucrados. Es decir, evalúa tanto el profesor como los pares, en un proceso formativo y de crecimiento de todos.
Cuando hablamos de educación en línea nos estamos refiriendo a una alternativa de educación a distancia mediada por las tecnologías que puede ser semipresencial (b-learning) o virtual (e-learning). En todo caso y de aquí en adelante, cuando hablamos de formación en línea nos estamos refiriendo a la modalidad e-learning y al uso de internet y de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) como medio de aprendizaje con el propósito de formar recursos humanos que estén involucrados con el cambio y transformación de la sociedad.
Por supuesto, para lograr este cometido quienes tienen la responsabilidad de formar en línea recursos humanos requieren del discernimiento de modelos de  aprendizaje para la formación en línea teniendo claro las diferencias entre  educación presencial –donde el medio de aprendizaje es el docente a través de la clase magistral- y la educación a distancia –mediado por las TIC- y que, repetir las estrategias, técnicas y métodos de la presencialidad en la virtualidad es un grave error. En este sentido, las instituciones que se involucren en esta modalidad de formación en línea deben tener cuidado en que ella no significa hacer énfasis en la TIC, como muchos piensan. Hay que tener claro que las tecnologías, llámese plataformas, LMS (sistemas de gestión de aprendizaje), aulas virtuales, herramientas de servicios, entre otros, son los recursos de aprendizaje, la dimensión tecnológica del aprendizaje, pero, hay que hacer énfasis en otra dimensión, la pedagógica o didáctica y sus elementos como los son el diseño instruccional, el cómo enseñar y cómo evaluar.
Por tal motivo, los responsables de gestionar aprendizaje en línea -especialmente los planificadores- deben prestar atención al currículo que se está implementando en la formación en línea. Esto, debido a que en muchos caso se observa que la inserción de las TIC se hace de manera aislada de la dimensión didáctica, resultando currículos desfasados bajo un enfoque marcadamente tecnológico que dan mucha importancia a los resultados obviando los aprendizajes adquiridos a lo largo del proceso. Una visión tecnológica en la cual el profesor es considerado como “desarrollador” de habilidades y destrezas en los estudiantes y que estos aprendan a manejar la plataforma, las herramientas de servicios y aplicaciones, pero, descuidando si realmente se aprendió de acuerdo a los objetivos de aprendizaje o si se adquirieron los conocimientos esperados sobre los contenidos.
En contraste con esta visión curricular tecnológica, tenemos otra, la cual compartimos, que es la perspectiva curricular crítica caracterizada por considerar la dimensión tecnológica, pero, teniendo claro que las TIC son un medio y haciendo énfasis en la perspectiva didáctica, de manera que, haciendo uso de la planificación como recurso se centre en el aprendizaje de los estudiantes.
Esta visión crítica surge como producto de la conexión teoría-práctica dando significancia al quehacer diario del estudiante; sus vivencias y logros en el aprendizaje y donde los estudiantes son agentes activos, responsables de su aprendizaje y auto-reflexivos. Además, este enfoque asume que debe existir confrontación de las ideas de los estudiantes con las de sus pares y los docentes; una especie de modelo fenomenológico que considere al estudiante como responsable de su aprendizaje y que por lo tanto propicie su autonomía.
Una vez precisado algunos alcances teóricos sobre la formación en línea y la importancia del enfoque crítico y constructivista que debe caracterizarlo, bajo la premisa del cuidado de que debemos tener para que el currículo considere la dimensión pedagógica-didáctica sobre la dimensión tecnológica, revisemos ahora la evaluación del aprendizaje en los entornos virtuales.
Dos funciones de la evaluación de competencias son la evaluación formativa y la evaluación sumativa. Muchos currículos administrados bajo la modalidad en línea se realizan de manera tradicional dando importancia a los resultados y por tanto a la evaluación sumativa en detrimento de la evaluación formativa y orientadora. De esta manera, se realizan pruebas controladas, tareas escritas y poca diversidad en las actividades  evaluativas descuidándose la oportunidad de detectar debilidades y corregirlas a través del trabajo formativo.
En materia de evaluación de aprendizaje no ha sido fácil dar el paso de la presencialidad a la virtualidad. Se han arrastrado prácticas de la formación tradicional. Esto significa que existe la necesidad de superar estos escollos y cambiar los criterios de evaluación por otros que atiendan a las características de los aprendizajes, la teoría constructivista, el trabajo colaborativo y el enfoque pedagógico acorde con los elementos del proceso instruccional, propio de un modelo de evaluación coherente con la modalidad en línea o e-learning. Esto significa que el estudiante en los entornos virtuales se debe hacer responsable de su propio aprendizaje, utilizar recursos distintos a los del profesor, hacer uso de habilidades del pensamiento de alto nivel, más allá del nivel de conocimiento y comprensión y asumir actividades de evaluación que involucren métodos, técnicas y alcances diversos. De la misma manera, para que este modelo sea exitoso es necesario que ocurra en paralelo un proceso de formación docente que dé respuesta a las exigencias que deben hacerse para garantizar la calidad de la formación en los entornos virtuales.
Retomemos la concepción del aprendizaje en línea, esbozado en los párrafos anteriores, para precisar algunos elementos de la evaluación de los aprendizajes. Decíamos allí que considerábamos la formación en línea desde una perspectiva constructivista y socio-crítica que prevalece sobre perspectiva tecnológica. Por supuesto y de la misma manera, nos conseguimos estos enfoques en el proceso de evaluación en línea. Al respecto, encontramos un enfoque tecnológico, propio de organizaciones no educativas, que da relevancia a las ventajas que ofrecen los sistemas de gestión de aprendizaje (LMS), el desarrollo de software y aplicaciones de la web 2.0. El enfoque socioeconómico, característico de organizaciones económicas que dan prioridad a lo tecnológico, pero, consideran básicamente la relación costo-beneficio para su implantación. El enfoque pedagógico, presente en las instituciones educativas, que pondera las estrategias de aprendizaje, métodos y procedimientos  -especificadas en el diseño instruccional-  para que se produzca el aprendizaje. El enfoque psicológico que da importancia a la reflexión sobre las teorías del aprendizaje que se deben asumir en el diseño de la instrucción. Finalmente y entre otros tenemos, el enfoque sociocultural una visión construida a partir de los aportes de  diferentes perspectivas, incluidas las anteriores y que asume constructos que consideran: el contexto donde se desarrolla el aprendizaje, los recursos de las TIC y el compromiso del estudiante como responsable de su propio aprendizaje, actitudes que se consideran propician su autonomía.
En este sentido, apreciamos que la perspectiva de evaluación de los aprendizajes en la formación en línea debe ser esta última, basada en un enfoque sociocultural, es decir, integrativa, pluralista, crítica y contextualizada que considere las posturas referidas en el párrafo anterior, pero, dejando claro que no se trata de una posición ecléctica, sino que bajo el criterio de complementariedad, se analiza críticamente las distintas posturas en un intento por superar la dicotomía hechos-valores, propia del positivismo, y asume la teoría de la “coherencia” que admite que la realidad es más rica y compleja por la diversidad de perspectivas y que como resultado de ello se obtienen un conjunto de premisas.
Ante esta concepción de evaluación surge una inquietud ¿cómo garantizar la calidad del aprendizaje obtenido por cada estudiante? ¿es confiable la evaluación de los aprendizajes en línea? En primer lugar, precisemos que el hecho de que la modalidad de estudio sea virtual o en línea no significa que la evaluación sea menos confiable que en la modalidad presencial.
Para ambas modalidades puede ser cuestionable garantizar la calidad de la evaluación, no obstante, como lo que nos ocupa es la evaluación de las competencias en los entornos virtuales, no podemos esconder que actualmente, en este caso, se cuestiona la validación del proceso de evaluación de los aprendizajes debido, por un lado, al traslado de las prácticas evaluativas de la presencialidad a la virtualidad y , por el otro, a los llegada de la internet y los efectos que ha traído consigo en el ejercicio de la deshonestidad académica y a la amenaza a que está sometida por parte de los impostores de identidad (esto ocurre mayormente en ausencia del docente, al menos física) los cuales ponen en entredicho la acreditación de programas y la eficacia de los procesos evaluativos.
Ante esta realidad, las instituciones de educación superior han hecho esfuerzos  investigativos  para enfrentar la deshonestidad académica, las conductas no éticas, evitar la suplantación de identidad y la existencia del ciber-plagio en la comunidad académica. Esta situación ha conducido a concluir sobre la necesidad de búsqueda de alternativas de soluciones.
Entre otras, se han propuestos métodos y procedimientos para:
·         Garantizarla identificación de los usuarios autorizados;
·         Controlar el acceso a los LMS mediante una tecnología identificativa  como las técnicas de verificación biométricas las cuales puedan garantizar calidad al menos la realización de exámenes en forma presencial con ordenadores;
·         Poner en práctica de estrategias que impidan al impostor avanzar, limitándolos en la tarea de hacer trampa, estableciendo normas que regulen la práctica indebida.
·         Detectar el ciber-plagio a través de instrumentos tecnológicos, herramientas de servicio (en línea) o software para posteriormente aplicar medidas preventivas para su regulación.
En fin, estas acciones o medidas se convierten en iniciativas regulatorias más de carácter normativo que de formación del estudiante.
No obstante, también como alternativas de soluciones, se han propuesto acciones de tipo formativo que sugieren el uso de códigos de ética que deberían ser incorporados a lo largo del currículo, permeándolo, en la llamada transversalidad curricular, y cuyo propósito no es más que la incorporación de  programas de formación para cultivar valores y principios éticos en la comunidad académica, sus implicaciones, conflictos, consecuencias y como asumirlas. En fin, esta alternativa responde más  a un enfoque formativo qué normativo, criterio que compartimos y que pensamos debe ser complementario del enfoque regulatorio (más utilizado) para apuntar hacia una verdadera evaluación de calidad de los aprendizajes.
Ahora bien, contextualizando esta problemática  en la educación superior a distancia en Venezuela encontramos que esta modalidad de estudios en Venezuela tiene varias orientaciones. Muchas instituciones de educación superior venezolanas a partir de los años 90 han incursionado en la educación a distancia, incluso existe una muestra variada de ellas que ofrecen la modalidad de estudios presenciales y que se incorporan a una modalidad e-learnig o b-learning; otras son completamente a distancia como es el caso de la Universidad Nacional Abierta fundada en los años 70.
Algunas instituciones que se han incorporado a la modalidad a distancia mediada por las tecnologías son: (a)  La Universidad Central de Venezuela la cual además de ser una institución que ofrece la modalidad presencial ha incursionado en virtualidad y brinda la oportunidad de cursar por esta modalidad algunas asignaturas (aproximadamente unas 1200) en línea e incluso está dictando de manera virtual la carrera Ingeniería de Procesos Industriales; (b) la Universidad Deportiva del Sur (tiene la opción presencial y semipresencial); (c) la Universidad Nueva Esparta, la Universidad la Universidad Católica Andrés Bello, la universidad Rafael Belloso Chacín (URBE), la Universidad Yacambú, la Universidad Católica Cecilio Acosta y. Recientemente la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ), desde el año 2009 cuando aprobó un reglamento de estudios a distancia está formando recursos bajo la modalidad presencial y hasta la fecha ha acreditado a más de 250 profesores como competentes para ejercer la docencia en la modalidad a distancia a través del Programa de Formación en Entornos Virtuales y está dictando la carrera de Educación en las menciones. Biología y Química.
Ahora bien y como lo señalamos en párrafos anteriores, el proceso evaluativo de competencias en la modalidad a distancia no es fácil. La experiencia vivida en la UNELLEZ, en cuanto al programa de formación del profesorado (conformado por tres cursos), nos lleva a señalar que aunque las actividades de aprendizaje son virtuales-mediadas por las TIC-, se realizan para cada uno de los cursos dos eventos presenciales. El primero para detectar fortalezas y debilidades en cuanto a herramientas  tecnológicas y conductas de entrada (constituye una evaluación diagnóstica) y el otro, al final de cada curso, para cerrar el proceso de aprendizaje en el cual cada participante demuestra las competencias adquiridas. Además, en el tercer curso, cada participante diseña un curso virtual en su área de formación (asignatura que dicta) cuya evaluación se realiza en línea y se corrobora de manera presencial.
Aun cuando la investigación sobre el proyecto de formación del profesorado en entornos virtuales de la UNELLEZ es un proyecto en ejecución no se cuentan con los resultados concluyentes, sin embargo, podemos señalar que el proceso evaluativo ha sido confiable y válido, muestra de ello es que muchos profesores que fueron acreditados como multiplicadores del programa están facilitando satisfactoriamente nuevas cohortes. Al respecto y como producto de la autoreflexión, consideramos que la institución debe dirigir esfuerzos para trabajar en la construcción de un reglamento de  evaluación para la educación a distancia en razón de que actualmente se rige por el reglamento de los alumnos de la modalidad presencial. Además, en el marco de lo que hemos planteado en este informe, estimamos que para apuntar hacia la validez y confiabilidad del proceso de evaluación la Universidad debe, por un lado,  accionar hacia un enfoque regulatorio y normativo de la evaluación y por el otro dirigir esfuerzos hacia acciones formativas que cultiven valores y conductas éticas deseables coherentes con el ámbito académico. En este sentido, proponemos que una alternativa para la formación ética de los actores académicos de la modalidad de estudios a distancia estaría en el diseño e instrumentación de acciones formativas a lo largo del currículo; la ética como eje transversal curricular.

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